"Quien tenga algo que objetar acerca de lo que yo escribo, sólo piense y recuerde que: Lo que expongo, es mi experiencia y mi pensamiento; no puedo exponer ni su experiencia ni su pensamiento. Si mi experiencia fuese igual que su experiencia y mi pensamiento fuese igual que su pensamiento, entonces usted sería yo... y de ello, a ambos nos libre Dios."
(José L. Dasilva N., manifiesto personal, xxxx)
"El comunismo no priva a nadie del poder de apropiarse productos sociales; lo único que no admite es el poder de usurpar, por medio de esta apropiación, el trabajo ajeno."
(Marx y Engels, Manifiesto Comunista, 1848)

Como las hojas de un árbol /
Como paja seca al viento
(junio/1982)

Con el tiempo entre mis manos,
yo soy dueño de mi tiempo.
El tiempo no me obliga a hacer hoy,
lo que yo deseo hacer mañana.
Pero, de un momento a otro,
el tiempo dice: ya!
                     tu dominio terminó...
...y entonces, nieva sobre el pensamiento;
amanecen las arrugas;
el cabello se viste de invierno
o se confunde con el color de la piel...
Discreto amo es el tiempo!
Con el tiempo entre mis manos
creo dominar al tiempo...




...Salta una piedra
que encuentra al paso.
Una muralla saltará después.
No hay sueños.
No hay ambiciones.
Tan sólo el silencio
entre la hojarasca que lleva el viento
un pensamiento
y un Por qué!?.





DEDICADO:
Al que vive y al que ha muerto;
a los que son y a los que fueron;
a los que ganaron y a los que perdieron
al que duerme y al que está despierto.
Porque, todos son hojas del mismo árbol
todos, paja del mismo pajar;
trigo del mismo trigal, todos;
todos rayos del mismo haz.





ABUELO.
EL MEJOR AMIGO DE MI INFANCIA.
MI MEJOR MOTIVO EN LA DISTANCIA.
MI MEJOR RECUERDO HOY QUE TU TIEMPO PASO.
A TI,

DONDE QUIERA QUE TE ENCUENTRES


SIN MAS PALABRAS QUE PUEDAN DESVIRTUAR

MIS MEJORES SENTIMIENTOS.

Jose L. Dasilva






Las hojas caídas
que tristes se ven!
Sopla un suave viento
con cierto desdén.
Las hojas caídas
se alejan con él.

A las hojas caídas
digámosle adiós.
Después que se han ido
no pueden volver!





Como las hojas de un árbol

(Fragmentos de una carta
que nunca envié.
Caracas, mayo 1982
)

¿Cómo decirte, mi viejo
las cosas que llevo dentro
si las palabras no encuentro
y, de ti, me hallo tan lejos?
¿Cómo decirte mi viejo
esas cosas que atormentan
las horas de cada día
y con nostalgia alimentan
los sueños de cada noche
tristemente ensombreciendo
la fuente de mi alegría?
Palabras, viejo, no tengo
pero, aunque las tuviera
de nada me servirían
pues se irían con el viento
y, entre el viento, se perderían
cual la hoja que, del árbol
cae y emprende el vuelo
arrastrada por la brisa
hacia un lugar que es cualquiera.
No hay un punto de llegada
¡aunque sí lo hay de partida!
Sólo tengo, pues, pensamientos...

...Pensamientos que, presentes
estarán como ahora, siempre
en cada acción de mis manos
en cada uno de mis futuros pasos
en cada instante de alegría
porque todos los recuerdos
que de ti hay en mi mente
son la grata sinfonía
que deleita, nos da fuerza
nos da esperanza, fe y vida.
Tú no mueres aunque mueras...


... No muere tu imagen.
No muere el recuerdo
de mis tiempos infantiles
de aquella escuela en la aldea
de la casa en que vivía
de tu mirada, tu cariño
tu protección, tu compañía.
Cómo quisiera decirte
las tantas cosas que pienso,
y alegrar, con mis palabras,
las horas de tu agonía;
o, simplemente, en silencio,
tomar esa, tu anciana mano,
y estrecharla entre las mías.
Pero, aunque cerca te siento
la verdad es muy distinta
y ¡se hace más amarga esta grande lejanía! ...

... Como las hojas de un árbol
pasamos por este mundo
como pasa el vagabundo
una noche en esa plaza
de tal o cual avenida.
El polvo se vuelve al polvo
como al viento va la brisa
como a la pena va el llanto
y lo grato, a la sonrisa.

...

¡Como las hojas de un árbol!
Hojarasca en el camino
es el hombre cuando pone
punto final a su historia
cuando alcanza su destino.
Y no es más, porque no puede.
Porque de él nada queda,
cuando se va con la muerte,
más que su grato recuerdo
(o amargo, ...
depende siempre de quien le recuerde.)
Pero, en fin, del suelo viene,
en el suelo vive
y el suelo todo se lleva
del cuerpo, cárcel del alma,
cuando -cerrados los ojos,
dormido sin sueño, inerte
y sin tiempo en su futuro-
en morada lo convierte.
Como las hojas de un árbol
pasa el hombre por el mundo
rico, pobre, vagabundo...



Vivir y luchar para convertirse en polvo
bajo la misma tierra que nos ha visto sufrir,
bajo el mismo suelo que nos hiciera sudar
bajo las mismas piedras que nos hicieron tropezar.
Bajar al sepulcro con tan sólo la esperanza
de ver un mundo nuevo que puede, o no, ser verdad.



Quien muere, se va.
El que queda, debe vivir.









(Villagarcía de Arosa -España- 22/6/1982)


Como hojarasca de otoño
cuando se enfrenta a la brisa
el hombre se enfrenta al tiempo
con una débil sonrisa

Quiere aplacar su inclemencia
pero, el tiempo, corre aprisa
implacable, traicionero
con su invisible apariencia
que, al fin, se materializa
en la forma de las cosas
en el rostro de las gentes
en la esencia de la vida misma.

Como hojarasca de otoño
como falso pensamiento
como flor de primavera
como paja seca al viento.





Presentimiento


De oscuro y sombras grotescas está vestida la noche
mas, ¡tan sólo con lo oscuro se está cubriendo esta noche!
Donde hay sombra aún hay vida
sea de aquí o de allá.
Cuando las sombras se esconden, pregunto
                            ¿por qué será?

La hojarasca emprende el vuelo
                ¡sabe Dios a dónde irá!
y ese viento que la mueve
                ¿Hasta cuándo soplará?





EL HOMBRE MUERE, SU IMAGEN QUEDA



El hombre muere
su imagen queda
entre las sombras de la arboleda.
En el arrullo de los pinares
queda el silencio de sus labios mudos
y en la grandeza de los altares,
su espíritu en paz, su alma al desnudo.

El hombre muere
su imagen queda
entre las piedras de la vereda.
Sobre esa tierra que, un día, pisara
queda el camino donde esta su huella
y en el cielo aquel que le cobijara,
queda, en su honor, una blanca estrella.

El hombre muere
su imagen queda
entre las aves de la alameda.
En el arrollo aquel de agua clara
queda el recuerdo de su faz sedienta
y en los humanos a quien tratara,
queda el favor y queda la afrenta.

El hombre muere su imagen queda,
hasta que el tiempo borre el recuerdo
de la memoria de quien le amó
y del camino que recorrió
quite su nombre borre su huella







Como paja seca al viento







(A Mary Carmen Golán)


Querida mía:
de este camino que voy pisando
tomo un puñado de fina arena.
Abro mi mano. Dejo que escape
entre mis dedos, muy poco a poco
y cuando al fin toda se ha ido
cuando, al fin, ya nada queda
véome yo en esa mano
véome yo, reflejado
cual si en espejo me viera
porque, es cierto: no más somos
que aquel puñado de arena
que del camino tomara
para, al camino, volverla.

Querida mía: grito al silencio
y en el silencio, nadie contesta.

Querida mía: pregunto al viento
pero en el viento no hallo respuesta.
Y, mientras yo sigo andando
con tantas dudas a cuestas
del árbol siguen cayendo
las hojas que ya están viejas.
El viento sigue cubriendo
el camino de paja seca.
Paja seca, que es de aquí o de allá
¡no importa de donde sea!
surca los aires en alas
de una invisible tormenta.
Hoy, un pajar imponente a la vista
mañana, un vacío de forma imprevista.
Hoy, toda junta en un solo espacio
mañana, sus restos en tal o cual senda.

Querida mía:
¿Cómo decir hoy las cosas
que mi pensamiento ocupan
si son tan confusas y todas se juntan
en un solo haz de tribulaciones?
Como hojarasca de otoño
es el hombre al desprenderse
del gran árbol de la vida
y, cuando al fin se termina
su terrenal sufrimiento
ya la luz del vivir ida
es el hombre poco más
que la paja seca al viento.

(Tan solo una diferencia:
no se llora la paja seca
ni se siente su partida).


I

Vuelta a la infancia
en la misma tierra
donde el sol de algún día
jugando me viera
(en los albores del tiempo
de mi feliz primavera).

Vuelta a la infancia
en la misma tierra
donde la edad, traicionera
un día de otoño
un día cualquiera
jugando a ser niño
o jugando a ser hombre
lleno de quimeras
al caer la noche me sorprendiera.

Vuelta a la infancia.
Retorno al pasado
cabalgando años
sobre un monstruo alado
sintiendo nacer
de sus propias cenizas
un sinfín de recuerdos
de tiernas sonrisas
de dulces palabras
de suaves caricias.
Un sinfín de emociones
ha mucho vividas
eternas canciones de las frescas brisas
dadas por perdidas
cuando, en un letargo de magia infinita
tan solo esperaban
la flor no marchita del recuerdo sincero
por volver a tener
sus ramas floridas.
¡Tan solo esperaban!
¡Estaban dormidas!

Regreso a la infancia
en solo un momento:
en el instante en que surge
toma vuelo y sopla el viento

Regreso a la infancia
en solo un momento:
viendo ese muro que cae
con sordo rugir, muy lento.
Sintiendo la vida con cada lamento
con cada minuto de sufrimiento.

Polvo somos del camino
que pisamos día a día
sombras del mundo
"polvo en el viento"
humo gris que se dispersa
después del fatal incendio:
quedan cenizas, tal vez una imagen
mas, nada, nada queda del huerto!

II

En las flores que sembraras
hay un rumor de agonía
y el banco aquel en que te sentabas
es una piedra vacía.
Hoy, las cosas que tocaste
conservan aún tu esencia
tras la agradable apariencia
que con tus manos lograste.
La mentira es que te has ido
la verdad: aún estás.
Estás en lo que has querido
en el vino que no has bebido
y ya nunca beberás.
Estás, en el verso que te escribo
en la estrofa que dedico
a tu anterior caminar
en la canción que yo canto
en mi sonrisa, en mi llanto
en una estrella fugaz.
La mentira es que te has ido
la verdad: aún estás.

III

Al mirar sus ojos sentí la agonía
de la tenue luz que era ya su vida
y cruzó mi espalda un tan frío acero
que ahogar debí un grito lastimero
al sentirme herido como nunca fuera
desde que, a la vida, mi cuerpo naciera.
Su mano, la mia, asió con firmeza
con esa gran fuerza que ya no tenía.
Nublose mi vista, triste, adolorida
y sentí que a sus ojos el llanto acudía.
Me fui de su lado, dejándolo allí:
en el lecho mismo en que moriría
la luz de esos ojos que ya presentían
el triste final, la triste partida.




Altos muros

Altos muros, altos muros.
Muros de soledad y tiempo
ante la cárcel del vivo
sobre la tumba del muerto.

Altos muros. Altos muros.
Muros de brisa y silencio
sobre el pie del caminante
ante las flores del huerto.

Altos muros. Negras sombras
y el cantar de las alondras
arrullando al que, despierto
exhala postrero aliento
en postrero lecho sobre la tierra.
Abre sus ojos, después los cierra.
Sus labios dicen: voy en tu busca
y al fin, el cuerpo, a vivir se niega.

Quién te ve y quién te viera.
Sombra y polvo. Polvo y sombra.
La luz expira, la noche llega.
Quién te ve y quién te viera.
Camino de las estrellas
va tu alma viajera.

Camino de las estrellas
¡caminante!
te fuiste como llegaste:
en una noche cualquiera.






ALGUIEN

Días solitarios, noches solitarias
en el Camposanto donde descansan
los humanos restos.

Días solitarios!
Noches solitarias!
entre tantas moradas,
entre tantos cuerpos.

Alguien, unas flores
deja sobre el suelo
lee un epitafio
mira, triste, al cielo.

Alguien, de rodillas
reza en silencio.

Alguien se desata
en llanto, a lo lejos.

Alguien, en voz baja
habla con el viento
o con el ya ido
o con su recuerdo.

Un rumor de pasos
que suena a lamento
se acerca a los bordes
de un espacio abierto.

Alguien, a sus ojos
acerca un pañuelo.

Alguien, con dolor
abraza otro cuerpo.

Alguien gime
y llora con desconsuelo
por el que baja a la tierra.

Alguien, la abertura cierra.

Alguien más vino a quedarse
en la calma de este huerto...

Días solitarios, noches solitarias.
Alguien que se acerca
se aleja de pronto.

Alguien, unas flores
deja sobre el suelo...

Paz

Paz, a los restos del caído
al alma del abatido
al corazón del mendigo
al vivir del buen amigo.
Paz, a las manos del obrero
paz para el ermitaño quiero.
Paz al niño y al anciano
paz para el que es buen hermano.
Paz, para el que en paz vive.
Paz para quien odio recibe,
y devuelve amor sincero.
Paz para el bravo guerrero
paz para el labrador
paz para el carpintero.
Paz a la mente del soñador
paz al que pisa la tierra
y también al que descansa
en los huertos silenciosos
del mundo entero.




DESCANSA

Descansa.
La noche duerme sobre los bosques
que vieron nuestro pasar.
La noche duerme como un infante
inocente sobre el mar.

Descansa.
También los prados descansan
en medio de su verde paz.
También los prados descansan!
como descansa el camino
que sintió nuestras pisadas
y, un día, cubrió de polvo
tus zapatos nuevos, al caminar.

Descansa. Duerme en paz.
Qué tranquilas duermen hoy,
las aguas turbulentas de la ría!
Qué tranquilas, Dios mío!
Qué tranquilas!

Descansa y sueña que no es la noche
buen tiempo para el pensar.
La noche canta con voz de luna
y sinfonía de estrellas.
La noche arrulla tu sueño.

Descansa.
Descansa en paz.





TIEMPO EN EL TIEMPO

Tiempo en el tiempo:
la eterna paradoja de la vida humana.
Tiempo que habita en el tiempo.
Espiga que del tiempo surge
y en el tiempo se desgrana.

Tiempo en el tiempo.
Entre el todo y la nada, tiempo en el tiempo
fue ayer su mirada clara;
tiempo en el tiempo, también, su cabeza blanca.
Hoy, en el tiempo,
mi recuerdo atesora su nombre,
su voz, su imagen cansada;
mas, tiempo en el tiempo es también mi recuerdo
porque mi vida en el tiempo
es solo un mañana.

Tiempo en el tiempo.
La vida pasó como siempre pasa:
un día llegó
causando dolor a quien la otorgaba
y un día se fue
causando dolor a quienes le amaban.

Tiempo en el tiempo.
Su tiempo pasó. La vida se fue.
Lo que siempre pasa!

Tiempo en el tiempo:
la eterna paradoja de la vida humana.
Tiempo que surge del tiempo
y al tiempo vuelve
cuando la espiga se desgrana.



SUEÑO DE AYER

Sueño de ayer:
la noche del tiempo vejó su sonrisa
humilló su mirada
y, su imagen cansada
ocultó entre la brisa
esa brisa nocturna
que pasa entre sombras
y el camino alfombra
con hojas caídas
(secas como el cuerpo
que abandona la vida).


Sueño de ayer:
sólo un sueño quedó
de aquella imagen tan cierta
una visión en la noche
buscando un camino a ciegas
un recuerdo que amanece
desde una noche de olvido
y que humedece el rocío
de una lágrima furtiva
(tras el sentir primitivo
de una mirada esquiva)

Sueño de ayer:
realidad no aceptada
que se aferra a un sentimiento
desde el todo hacia la nada
y se asienta en los cimientos
de una historia terminada
(historia que el tiempo escribe
y no acepta ser cambiada).

El ser en tres actos:
oda a la vida humana;
ópera que se desliza
desde el hoy hacia el mañana
mas, el hoy, también fue ayer
y, el mañana...
No hay quien llegue a su mañana.

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