"Quien tenga algo que objetar acerca de lo que yo escribo, sólo piense y recuerde que: Lo que expongo, es mi experiencia y mi pensamiento; no puedo exponer ni su experiencia ni su pensamiento. Si mi experiencia fuese igual que su experiencia y mi pensamiento fuese igual que su pensamiento, entonces usted sería yo... y de ello, a ambos nos libre Dios."
(José L. Dasilva N., manifiesto personal, xxxx)
"El comunismo no priva a nadie del poder de apropiarse productos sociales; lo único que no admite es el poder de usurpar, por medio de esta apropiación, el trabajo ajeno."
(Marx y Engels, Manifiesto Comunista, 1848)

jueves, 29 de mayo de 2008

Una Mujer Sin Prólogo

(Un Texto de Ana María Debali)

Prólogo : lo que sirve como exordio
o principio para ejecutar una cosa


Desde que nací, he sido, una mujer sin prólogo. Fui concebida sin ese algo espiritual que antecede a los hijos deseados. Sin el amor que acompaña al acto sexual en estos casos. Sin esa cosa que hace que tenga un significado especial la frase tan polémica…"Estoy embarazada”, que, en este suceso, significó un compromiso para mi padre y lágrimas de tristeza e impotencia para mi madre. En otras palabras, fui producto de una calentura, nacida, acariciada y sostenida, en el sillón de una sala. Un día cualquiera en que la testosterona rebasó los límites de la espera, mi padre se decidió a derribar los muros, y mi madre dejó pasar la acometida, para no gritar y llamar la atención de mis abuelos, siempre atentos y vigilantes. Así nací yo, para estropear los planes de dos adolescentes. Un hombre que no pudo graduarse, y una mujer que se casó sin saber porqué, ni qué quería hacer verdaderamente con su vida. Un desastre. Fui producto de un desastre. Por eso, apenas nací -sietemesina por supuesto- luego del conteo y de los disimulos de costumbre para llegar con exactitud a los tan mentados nueve meses, fui a parar a casa de mis abuelos, donde viví por casi 15 años.
No tuve prólogo, tampoco, cuando me avisaron a los doce años, que mis padres se divorciaban. Un telegrama y sus pequeñas letras desleídas, grises y agónicas, me anunciaron la separación. Total, yo no los veía casi nunca. Ni a mis dos hermanos. Por lo tanto, tampoco tuve el consabido prólogo de la niñez. Solitaria y criada a la antigua, disponía a mi antojo de juguetes, ropa nueva, zapatos y todo lo que una niña pudiera ambicionar, con el habitual intercambio por las clases de piano, ballet y danza española. Todo lo que pudiera hacer de mí una niña “educada”. Pero mis lágrimas, para algunos sin justificativo alguno, caían con asiduidad, cuando evocaba a mis padres, y mis hermanos, tan lejos de mí, y mis sueños más hermosos, eran los de compartir mi vida con ellos. No dejo de reconocer el gran cariño que me dieron mis abuelos y sé que fui una niña rebelde quizás como dicen algunos “sin causa”. Porque ellos me lo daban todo, mientras yo, soñaba con algo inalcanzable. Y para remate, luego de la separación, mi madre y mis hermanos, comenzaron a verme con cierta animosidad, porque cada vez que los visitaba, era evidente el lujo que había en mi vida, en contraposición con las carencias en que se desarrollaba la suya. Cosa de la que nunca me sentí responsable, pero que hasta el sol de hoy, hace sombra en nuestras relaciones, por cierto, siempre carentes del amor filial producto de tan largo alejamiento. Tal vez por todas esas cosas, resulté una adolescente rebelde, poco obediente, y con ideas revolucionarias, para el desespero de mis abuelos y de mis padres.
No tuve prólogo tampoco para mi primera relación sexual, ya que nadie me habló nunca de estas cosas. Para otras generaciones esto era realmente un tabú. Conclusión: la tuve con el que después fue mi esposo, obediente a las enseñanzas de moralidad y buenas costumbres que prohíben la exploración del mercado, para luego tomar una buena determinación en base al resultado del marketing. Pero no puedo quejarme, ya que el hombre que me tocó en suerte, me enseñó (gracias a mi buena comunicación en este aspecto), cómo disfrutar de las relaciones sexuales, dejando atrás todas esas “bobadas” que según él, nos aconsejan las madres. Fui una buena compañera para él, en el sexo, durante muchos años. Y esto fue mutuo, no existiendo la misma reciprocidad en otros aspectos.
Mi falta de prólogo, continuó en casi toda mi vida: sin prólogo asumí la muerte de mi abuelo, de mi padre, de mi esposo…

Hoy he llegado a la mitad de un siglo de vida. Las experiencias adquiridas, me han hecho meditar mucho sobre la influencia del prólogo en la vida de una mujer. Y he llegado a la conclusión de que muchas mujeres con prólogo en cada acontecimiento importante de su existencia, resultan la mayoría de las veces, mujeres atractivas, seductoras; hasta la belleza las acompaña como efecto potencial de este mentado prólogo. Pero rascando un poco la superficie, me he encontrado con mujeres ambiciosas, inteligentes sí, para la estrategia de la conquista en cualquier aspecto de la vida, inclusive el amoroso, pero carentes de ternura, de paciencia, de ese espíritu místico y de sacrificio que muchas veces se encuentra solamente en aquellas mujeres que hemos padecido la falta de prólogo. No por eso, las cosas nos salen mejores o peores. Y lo que es más trágico, a muchos hombres, les gusta compartir su vida con estas mujeres moldeadas por los prólogos, mientras las que no lo hemos tenido, terminamos nuestra vida en la compañía de una amiga inesperada, no deseada, pero siempre devota: la soledad.
Al fin, casi o para ser más franca, en el puro otoño de mi vida -si ya no es seguramente el puro invierno- llegó mi prólogo. Un prólogo que se prolongó por más de siete años, y no pasó de eso. Un puro prólogo. Fue, después de la muerte de mi esposo. Un amor que comenzó en la red cibernética. Parecía que había llegado a mi vida con la finalidad de cubrir la carencia de todos los prólogos. Y así, me vi envuelta en un cúmulo de sensaciones nuevas. Mi esposo había fallecido, y yo, me refugié luego de dos años de purita soledad, en este amor que fue hermoso para mí, derrochando ilusiones, sueños olvidados, hasta con un sentimiento de erotismo, que muchas veces reemplazaba mi falta de sexo. Pobre, desafortunada y tonta yo. Luego de siete largos años, me di cuenta de que este prólogo, nunca tendría detrás el cuerpo de la obra en sí; que nunca podría conocer el objeto de todos estos sentimientos, y digo objeto, porque la parte humana, no creo que existiera. Me inclino más por creer que estuve en contacto con una máquina de cien ventanas, que con un sólo hombre de carne y hueso. Fui pasto de mentiras, de fingimientos de personalidad; y, cuando llegó el momento de dar a luz a ese hijo que se había gestado por la imaginada concurrencia de ambos sentimientos, me di cuenta de que realmente sólo existía yo, lo demás, era totalmente virtual, careciendo ese “algo" de la intención de conocerme, ni de darse a conocer. Bueno, esta fue la parte mala del prólogo. Pero debo reconocer que hubo una muy buena. Durante estas relaciones, comencé a escribir, y a darme cuenta de que eso, era lo que siempre había querido hacer en la vida. Tarde, pero cierto. Y que este fantasma virtual, sabía de eso, mucho más que yo. Comencé a aprender de él. No digo que ahora escribo bien, no, no es eso, simplemente que me motivó para escribir cada vez más y mejor.
Por fin, luego de siete largos años, me convencí de que era completamente dependiente de esta relación, y de que había perdido contacto con el mundo, ya que permanecía la mayor parte del tiempo encerrada, y esperando esa suerte de contacto. Era una verdadera adicta a la fantasía, había regalado mi tiempo y mis sentimientos a algo desconocido, por lo cual, decidí darme una oportunidad, alejándome, ya que otra cosa, era prácticamente imposible. No puedo negar que todavía lo quiero –sea lo que sea que fuere - y que a pesar de todos mis esfuerzos no he podido olvidarlo. Pero ya no más.
He escrito mi primer novela. Una novela histórica. No sé si podré publicarla, pero creo que lo importante, fue escribirla. Por razones que ustedes no tardarán en deducir, esta novela, no lleva prólogo.


Ana Debali
(agosto, 2003)

miércoles, 28 de mayo de 2008

¿De qué Hablar, pues?

(POEMA DE OSCAR PORTELA)

a VERA LUZ LAPORTA

Y los altos abetos como altos amores.
El más lejano bosque de abedul
Donde se ocultan los más intensos astros
Y las raíces mas profundas enterradas
En los fanales más secretos y dulces.

¿De qué hablar pues sino de nuestra
Finitud, del amor y la muerte?

De las hojas que caen en el Otoño,
De los Ocres que visten a la tierra
Y del cuerpo desnudo del mortal
- su desnudez magnifica de Adán-
Angel caído acechado por sombras
Y ominosas derivas.

¿De qué hablar sino de aquellas
Que se avecinan y del Arca de Oro
Del amor a la tierra y las raíces ocultas
En el origen de la memoria y el lenguaje?

¿De qué hablar pués?

Oscar Portela

domingo, 25 de mayo de 2008

"La religión es el suspiro de la criatura agobiada, el estado alma de un mundo desalmado, porque es el espíritu de los estados de alma carentes de espíritu. La religión es el opio del pueblo."
(Karl Marx)

Interpretación de esta cita según cierto libro escolar:
«Para Marx, la religión no sólo es alienación de cada hombre individual, sino instrumento de la clase dominadora, para oprimir a los dominados. La alienación religiosa cumple así una función social, es "opio del pueblo"»
¿Cómo desde el primer párrafo se puede llegar al segundo? "Libertad en la interpretación", se diría...
"El comunismo no priva a nadie del poder de apropiarse productos sociales; lo único que no admite es el poder de usurpar, por medio de esta apropiación, el trabajo ajeno."
(Marx y Engels, Manifiesto Comunista, 1848)

viernes, 23 de mayo de 2008

"yo soy", "yo estoy", "yo hice"...
(o, la vida sigue siendo sueño)

(fragmento de mis conversaciones con Oscar Portela, en carta del 02/07/2003)


"yo soy", "yo estoy", "yo hice"... Pienso que tal es el mal que aqueja a un buen número de poetas hoy en día (acaso siempre fue así pero la "internet" multiplica el síndrome, lo hace más visible). En mi tierra, cuando uno se alaba a sí mismo, se dice que "seguramente no tiene abuela" (por aquello de que las abuelas viven alabando -mi abuela siempre exageraba las mías- las cualidades de sus nietos). Pareciera que hoy en día nada tiene sentido a menos que pueda "venderse". Los escritores -no todos, por supuesto-, no ajenos a esta tendencia, publicitan su escritura como si fuera un producto estrictamente mercantil o un servicio profesional. Es obvio que el escritor que quiere vivir de su escritura necesita vender libros para pagar las cuentas que genera el día a día. Pero llevar eso al punto estrictamente mercantil, es limitar y condicionar el arte, el pensamiento, el sentimiento, a intereses totalmente ajenos al mismo arte, pensamiento o sentimiento. Para alguien que trabaja haciendo software para computadoras, por poner un ejemplo que se aplica a cualquier ámbito profesional, tiene sentido utilizar sus logros, los reconocimientos recibidos y mostrar una larga lista de clientes satisfechos (mientras más larga mejor), para publicitarse. Mientras más reconocida sea su capacidad en su área profesional, más contratos tendrá, cosa que se traduce en mayores ingresos económicos. Pero al fin de cuentas, los servicios del médico, del programador de software, del albañil, del fontanero, etc., son servicios puntuales que pueden medirse con objetividad y en los cuales para nada intervienen los aspectos personales individuales (emocionales) del profesional que los ejecuta. El albañil no necesita estar de acuerdo con la forma de la pared. Su trabajo es levantarla. La forma es cosa de quien le paga y él va a cobrar por hacer aquello que le contratan... Pero el arte. El arte es otra cosa y la poesía tiene un aparte muy especial en lo que se refiere al arte, entendiendo la poesía no en su sentido estrictamente literario sino ampliándola al arte en general. En mi opinión, no hay "arte" sin poesía ni poesía sin "arte". Con una cámara fotográfica, que es la mejor forma de capturar la realidad objetivamente, puedo hacer simple fotografía para un álbum familiar o puedo hacer arte. ¿qué diferencia lo uno de lo otro? ¡la poesía!, plasmada a través de mi forma particular de ver esa "realidad objetiva" para lo cual tomé decisiones tan personales que ningún otro fotografo hubiera tomado porque dependen de mi percepción sobre el objeto en un momento particular de mi tiempo emocional (aclaro que no sé nada de fotografía y esto es sólo un ejemplo). Seguramente elegí un encuadre especial y esperé a tener la luz apropiada que me dió los matices necesarios para mostrar lo que yo quería mostrar y no la realidad tal cual es; a lo mejor, incluso utilicé una película en "blanco y negro" para evitar la distorsión que los colores (simples efectos pasajeros de la luz) podrían producir sobre el texto visual que quería escribir. Un "ensayo" o un "artículo", puede ser un texto rigurosamente científico o una pieza de arte, dependiendo del criterio con que se le escriba. En fin. Me he dejado llevar por el pensamiento y me he adentrado en una disertación que seguramente no venía al caso. Lo que que quería decir es que no acabo de entender ese afán por publicitarse en cuanto se refiere a la poesía. Puedo entenderlo cuando una editorial, interesada en vender un libro, coloca en las tapas, dónde más visible sea para el público que pasa por la librería, las grandes virtudes del autor. Al fin de cuentas, para la editorial, el libro es un producto de consumo que debe reportarle un beneficio económico. Pero que el poeta se publicite como poeta es otro cuento. ¿Qué haría un poeta comprometido con un pensamiento socialista, por ejemplo (y esto es un extremo, tal vez, pero valga), si se publicita como profesional y alguien le contrata un "poema" para elevar las virtudes de un mundo "globalizado" en función del capital? ¿Se negaría? y entonces, ¿para qué se publicita?. En una oportunidad recibí un correo en estos términos "mi novia se va para Francia a estudiar por un periodo de dos años y yo quisiera darle como regalo de despedida un poema especial, ¿podría usted esribirlo?". No pude sino responderle "lo lamento pero no conozco a tu novia y no siento nada por ella como para escribirle un poema. ¿no crees que el mejor regalo serían la expresión de tu sentimiento en tus propias palabras?".
Si nos detenemos a leer la forma en que algunas personas "cuentan" su curriculum o su biografía (más parecido a un "spot" publicitario del tipo "ACE TE DA EL BLANCO MAS BLANCO"), tenemos un primer indicio de su personalidad. En estos días alguien me envió su "biografía breve" (tan breve como de 14 páginas escritas en "word" a simple espacio y con letra tamaño 10), para que la incluyera en su página de PoeSite. Cuando terminé de leerlo, no sabía ciertamente si se trataba de la biografía de un escritor o del curriculum profesional de alguien que busca trabajo como asesor literario del congreso de los EEUU. Por cierto, hablando de este "alguien", debo agregar que su primera publicación electrónica fue en PoeSite hace algo más de dos años. Actualmente, según la lista que coloca al final en un aparte "publicaciones electrónicas", tiene poemas en una veintena de sitios web, a todos las cuales, seguramente, habrá enviado el mismo texto para su inclusión... PoeSite no figura en esa lista. Sin comentarios. Sin embargo -y esto reafirma mi convicción de que lo real, lo que verdaderamente "es", se hace notar aún en la noche más oscura sin necesidad de faroles que le alumbren-, este excelsísimo escritor del que te hablo, cuya relación de publicaciones, premios (algunos muy recientes), reconocimientos y menciones ocupa tres páginas; y cuya agenda está llena de conferencias y charlas (deja entrever que en calidad de expositor aunque no lo dice explícitamente), me comenta que también respondió, como cualquier mortal común que quiere publicar y no tiene medios para hacerlo, al llamado de una editorial fantasma -desconocida- que un día se le coló en su buzón de correos, a pesar de la advertencia que yo hiciera acerca del -más que evidente- fraude en progreso. Entonces, ¿a quien queremos impresionar?. Yo soy de los que celebran el éxito de los demás (indpendientemente de que me sea extraño o conocido, amigo o enemigo); pero el éxito, como el "orujo" (ese destilado del bagazo de la uva que se hace en mi tierra), hay que saber beberlo. Podemos comenzar a hacer el ridículo después del segundo trago o disfrutarlo conscientemente a sorbitos. Depende de uno. Después de todo, "... sueña el rey que es rey, y vive/ con ese engaño mandando..."

jueves, 22 de mayo de 2008

Oscar Portela, Una ética de la responsabilidad.

por ALDO PARFENIUX

Creo que un grave problema de nuestra época es que el lenguaje ya ha dejado de entenderlo al poeta. Quizás sea por esta razón que no lo habla ni se deja hablar por las voces de muchos de los actuales poetas.

Y hablo del lenguaje situado por la subjetividad y la cultura de un tiempo histórico, y del cual –para que nos entendamos- la expresión mas acabada es la lengua, su lengua; es decir, su lengua madre (en caso de tenerla, que no es nuestro caso) o de crianza.

Pero el poeta se ha quedado sin lengua. Y no porque se la cortaron, si no porque él mismo –el poeta- en muchos casos la fue gastando, la fue agotando gratuitamente; por engaño o por cansancio: dijo mentirosamente tantas veces que el lobo venía a comerse a las ovejas que ahora ya perdió el poco crédito; y, cuando saca a las palabras a querer decir cosas, por más que se ponga a gritar (como muchos lo hacen) ya nadie le hace caso. En otros casos intentó llegar tan lejos en su terminología que, agotado, no pudo hacer que sus palabras llegaran a lo mas próximo, al prójimo.

Pero hubo un tiempo en que le hablábamos a la lengua y ella nos respondía (y no quiero decir que nos contestaba, sino que nos escuchaba y nos entendía; y que aun sin hablarnos nos daba respuestas: si, aunque esa respuesta fuese un silencio, un punto y coma, pero cargado de sentido)

Cuando era natural que encontráramos en la palabra no un envase, un transporte para comunicarnos, sino perfumes, colores, sonoridades, temperaturas, densidades, sexualidad, lugar de origen, genealogía, pertenencia astrológica, pertenencia política y ecológica, grupo sanguíneo (y ojo: que no estoy hablando significados, que eso es otra cosa: yo hablo desde la biogenética de la lengua): pero cualquiera hoy te mezcla irresponsablemente una palabra de escorpio con una de tauro; una O+ con una AB-, una de perfume dulce con otra ácida, etcétera, etcétera.

Desde que el hombre se jacta de usar descartar a cada rato nuevas palabras, la lengua ha dejado ya de decirlo, y no solamente de hablarle, de interpretarlo, de preguntarle cosas.

Ni qué hablar de los informadores públicos, de los políticos o de los publicistas: han quemado cientos de hermosas palabras. O las han corrompido, haciéndoles decir atrocidades.

A propósito: George Steiner (1983) explica bien, en uno de sus tantos ensayos –más precisamente en el que cometa la renuncia al idioma alemán por parte de Thomas Mann, debido a la corrupción producida en el mismo por el nazismo- sobre los procedimientos mediante los cuales el totalitarismo, y los politos y comunicadores que trabajan para ellos (algo que completamente nuestro país ha vivido en carne propia), corrompen y vacían los idiomas (es decir el lenguaje) sin preocuparse por su salud, renovación y diversidad, es decir por ese carácter autosustentable que, por ejemplo, la poesía tuvo a su cargo, desde siempre, preservar.

Ante los grandes predadores del lenguaje (los políticos, los publicistas, la tecnología informática de betsellers, todo lo cual, junto, bien puede ser calificado como “las industrias del lenguaje”...) la poesía se mantiene como la principal reserva sustentable del lenguaje. Su intransigencia ante las demandas del mercado –por hablar de una de las principales causas actuales de depredación lingüística- y su búsqueda permanente de recursos expresivos, logran como ningún otro genero y/o uso, que el lenguaje se mantenga fresco, vivo y apto para desarrollar, en su productividad, posibilidades infinitas. Excepcionalmente, la poesía de Oscar Portela, es un testimonio elocuente de lo dicho.

Además de este ejercicio estético dionisiaco que establece con el lenguaje -y que, a la manera nietzscheana le permite sostener, más que una relación racional, una relación estética con las cosas y con el mundo- Oscar Portela practica, como artista, una ética de la responsabilidad, en el sentido de hacerse responsable de lo próximo que lo rodea.

Hablo de aquello que Martín Heidegger se encargó expresamente de aclarar: el hecho de que sólo el animal tiene hábitat, ambiente: porque el hombre tiene mundo, es un ser en el mundo. Y en tal sentido su relación con la naturaleza, con lo que le dio y le sigue dando vida y lo conforma física y metafísicamente, es una relación humanizada, antológica, y no meramente utilitarista. El publicitado caso del nativo australiano que hace poco tiempo renunció a los cinco mil millones de dólares que una empresa francesa procesadora de uranio le ofrecía por 12 kilómetros cuadrados del desierto en donde están enterrados sus antepasados (en la región de Kongarra, en las afueras del parque nacional Kadaku, de Australia) nos habla de esa misma responsabilidad de no contribuir a dañar, a molestar a la tierra, obligándola a que produzca mareas, tifones y terremotos destructivos, según las afirmaciones del nativo en cuestión; pero además, a valorarla con relación a nuestra subjetividad y no a los valores del mercado.

Aprovecho para decir que podríamos establecer la misma relación simétrica entre la poesía y el resto de los géneros y practicas lingüísticas que tan exitosamente funcionan en el mercado, y creo que no nos equivocaríamos demasiado con lo que acontece en la realidad.

Hace unos días leía en una revista cultural de amplia difusión las declaraciones de un porta, Hugo Podeletti, tardíamente rescatado por la critica y el mundo legitimado (y legitimador) de la cultura.

Rescato para la ocasión, y con ánimo de señalar un último ejemplo elocuente de la relación naturaleza-paisaje-poesía, lo enfático de su respuesta ante la pregunta acerca de “cómo impactó la naturaleza en su poesía”. Dice Padeletti: “En el aspecto propiamente imaginario, mis experiencias de la naturaleza, que fueron al parecer providenciales por su riqueza y variedad, influyeron de manera casi absoluta”

A esas declaraciones seguramente las suscribirán gustosamente grandes poetas argentinos, latinoamericanos y universales.

Muy especialmente, algunos estrechamente ligados a la poesía de Portela: Francisco Madariaga en primer término. Y, a través de él, Juan L. Ortiz (que es decir Virgilio, Horacio, Whitman y la poesía china, entre otros), Enrique Molina, Olga Orozco y nuestro querido Ricardo Molinari, que escribiera memorables poemas en la casa de los Furt, aquí, en V. del Lago.

En fin: esto es una presentación: no sólo del disertante-poeta de esta noche sino del tema en cuestión. Cabe que lo escuchemos a él, que es el protagonista central de la reunión.

martes, 13 de mayo de 2008

Yo Quiero Ser Marinero

(un poema de J.E. Casariego)

*************
-Hace unos días, alguien me escribió solicitando ayuda para encontrar este poema, al parecer, de una significación especial para su padre quien fuera hombre de mar. Pensando que tal vez a alguien más le pudiera interesar, aquí lo dejo.-
*************

¡Ay madre, la mío madre,
yo quiero ser marinero!,
como lo fuera el mío padre,
como lo fuera el mío güelo...,
vestir camisa de rayas
y sombrero de hule negro,
navegar para La Habana
en un bergantín velero,
cuchillo del mar la roda,
alta guinda y aparejo
que ciña las cinco cuartas
sin perder el barlovento,
gaviar a las vergas altas
para beberme los vientos
que peinen y que despeinen
los rizos de míos cabellos,
y sentir que los cachones
van salpicando mi cuerpo
como salpica a los santos
el santo vaho del incienso.
O enrolarme en un vapor
de grandes ruedas de fierro
que vaya escribiendo nombres
en la pizarra del cielo
con pluma de chimineas
y tinta del humo espeso.

¡Ay madre, la mío madre,
yo quiero ser marinero!

Llegar a contramaestre,
llevar uniforme nuevo
con anclas de oro bordadas
y pito de plata al cuello.
¡"Nostramo"de voz potente,
más recia que el mar y el trueno
para mandar la maniobra,
dominando los salseiros! :
"¡ Listos al pie de la jarcia !"
"¡ A tomar rizos, gavieros,
y aferrar sobre y juanetes,
que está refrescando el tiempo !"
O ser un señor piloto,
con sextante y catalejo,
para preguntar al sol
dónde estoy y a dónde ir puedo,
para trabajar la estima
con reloj sin minutero
que en granos de fina arena
nos da el andar en el tiempo.

¡ Ay madre, la mío madre,
yo quiero ser marinero!

Non quiero vivir en tierra
nin vegetar en un pueblo.
Quiero ser tritón de Oceáno,
non pastor de prado y cerco;
tener la mar por palacio,
tener por bóveda el cielo,
¡ non medrar entre paredes
de una casina y un huerto!
Y en vez de gaita y tambor
para bailar el festejo,
sentir que la mío fragata
vibra, como arpa en el viento,
que con dedos invisibles
va pulsando el aparejo
en un himno de aventuras,
en solemne "excelsis Deo..."

Navegar por la Guinea
dando caza a los negreros,
ir al Báltico por lino
y, despreciando el bloqueo,
arribar a Savannah
cambiando algodón por fierro
con burla al "yanqui"rapaz
y al británico usurero.
De piratas de bambú
romper con mi barco el cerco
por los mares de la China,
desde Manila hasta Yeso.
Bojear el paraíso
de algún remoto archipiélago
entre corales y espumas,
madreperlas y reflejos,
y trocar a los salvajes,
tiznados de rojo y negro,
abalorios de cristales
por pedazos de oro nuevo.
Remontar cabos australes
barajando entre los hielos
y, bajo Auroras polares,
ir, sonda en mano, abatiendo
tras los bancos de catáceos
para arponearlos luego.
¡ Escribir con singladuras
páginas de romancero!

Déjame marchar, mío madre,
de grumete o de palero,
de paje del capitán,
de pinche del cocinero;
¡ déjame correr la mar,
déjame ser marinero!
Yo te traeré de La Habana
pilón de azúcar moreno,
rico cacao de la Guaira
y de Manila un pañuelo;
seda y lacas de Cantón,
fino paño de Burdeos
y una máquina de Hamburgo
para que cosas tus lienzos...,
y con todos mis presentes,
mis abrazos y mis besos.
¡ Ay madre, la mío madre,
yo quiero ser marinero!

- ¡ Ay mío fío, el mío fío,
non quieras ser marinero ! ;
mira que lo fué el tu padre,
mira que lo fué el tu agüelo,
mira que los dos quedaron
en ese mar traicionero,
que ilusiona a los rapaces
y roba sus vidas luego.
Sé mayoral de ganados,
escribiente o carpintero,
sastre en seguro portal
o paciente relojero.
Cásate en la tierra firme
y dame nietas y nietos
que escuchen a la mío vera
en las noches del invierno
cuentos de montes y mares
que yo le escuché al mi güelo :
la historia de la ballena
o del lobo carnicero.

Non te vayas a la mar,
que yo viviré muriendo
al pensar que el mío fío,
que quiso ser marinero,
navega por esos mundos
sin pan, sin agua y sin fuego,
abrasado por los soles,
aterido por los hielos,
empapado por las aguas,
azotado por los vientos,
roído del escorbuto
¡ y sepultado en inmenso
panteón de agua salada
sin cruz, campana ni entierro! ...

Non quiero el rico cacao
nin de Manila el pañuelo,
nin la máquina de Hamburgo,
nin los paños de Burdeos,
¡ que sólo quiero al mío fío,
que sólo quiero sus besos,
consuelo de mi viudez
de viuda de marinero!

Non fizo caso el rapaz
de aquel maternal consejo;
enrolóse en un navío
y fuése lejos, ¡muy lejos ...!
No llegó a contramaestre,
ni a oficial de derrotero,
que murió siendo grumete,
aprendiz de marinero,
que calló frente al Callao
y cayó como los buenos,
combatiendo cara a cara
sin saber lo que era miedo.
Al sollado lo llevaron,
roto de pólvora y fierro,
y decía en su agonía,
como un anhelo postrero :
" ¡ Ay madre, la mío madre,
yo quiero ser marinero! "

lunes, 12 de mayo de 2008

Irmaus (Hermanos)

Un poema de Celso Emilio Ferreiro
(Celanova, 1912 - Vigo, 1979)

Camiñan ao meu rente moitos homes.
Non os coñezo. Sonme estranos.
Pero tí, que te alcontras alá lonxe,
máis alá dos desertos e dos lagos,
máis alá das sabanas e das illas,
coma un irmáu che falo.
Si é túa a miña noite,
si choran os meus ollos o teu pranto,
si os nosos berros son igoales,
coma un irmáu che falo.
Anque as nosas palabras sexan distintas,
e ti negro i eu branco,
si temos semellantes as feridas,
coma un irmáu che falo.
Por enriba de tódalas fronteiras,
por enriba de muros e valados,
si os nosos soños son igoales,
coma un irmáu che falo.
Común temos a patria,
común a loita, ambos.
A miña mau che dou,
coma un irmáu che falo.

(Caminan a mi lado muchos hombres)
(No los conozco. Me son extraños.)
(Pero tú, que te encuentras allá, lejos,)
(más allá de los desiertos y de los lagos,)
(más allá de las sabanas y de las islas,)
(como a un hermano te hablo.)
(Si es tuya mi noche,)
(si mis ojos lloran tu llanto,)
(si nuestros gritos son iguales,)
(como a un hermano te hablo.)
(Aunque nuestras palabras sean distintas,)
(y tú negro y yo blanco,)
(si tenemos semejantes las heridas,)
(como a un hermano te hablo.)
(Por encima de todas las fronteras,)
(por encima de muros y vallados,)
(si nuestros sueños son iguales,)
(como a un hermano te hablo.)
(Común tenemos la patria,)
(común la lucha, ambos.)
(Mi mano te doy,)
(como a un hermano te hablo.)

domingo, 4 de mayo de 2008

Recibimiento de Inés
(un poema de Oscar Portela)

Pero no tú, pequeño lirio que has nacido
para el amor a los aromas más dulces de la tierra
y que haces llorar a solitarios poetas
aunque digan "agné" , la casta y pura, pues no viniste
ni para para el martirio del cordero,
ni para ser marcada con el estigma de los cataros.
Tú, pequeña has venido para ser sal de la tierra.
Azucar en la boca del anciano. Beso de primavera
para el amor que renace eternamente.
Y tú, Inés, recordarás a los provectos su niñez de
plata y oro cuando los jazmines de la antigua arabia
aromaban los patios del verano en la niñez del sueño
que se sueña a si mismo para atrapar los astros de los azules
cielos del estío. Poeta sí, más no santa ni para gloria
de lo celeste sino para la afirmación terrestre
de la carne y la sangre y del amor que pasa como
una sombra junto a nosotros mismos.
Así yo te recibo Inés. Asi te quiero cuando los soles
de mi vida van a caer definitivamente.