I.
Intento descifrar el sonido de estos días. La poesía oculta en la soledad de las calles, en las plazas vacías, en el silencio de los centros comerciales, En los niños que juegan en parques imaginarios, en los abuelos sin nietos a su lado.
El teatro mudo. La ventana ciega. La madre que honra a su hijo dormido en la frialdad de una fotografía. Un árbol solitario en medio del jardín. El espejo cansado de reflejar la misma imagen día tras día.
Todos los ecos van al mismo silencio. Todos los silencios van por un mismo camino. Todos los caminos conducen a una misma soledad.
II.
Terminarán las cuarentenas. Saldremos del confinamiento. La pandemia pasará. La humanidad seguirá dividida en razas y clases sociales.
Los aplausos, los balcones, las canciones de esperanza serán ecos anedóticos, recuerdos nostálgicos; y todo será como siempre ha sido.
El fuerte seguirá aplastando al débil. El rico seguirá aprovechandose del hambre del pobre aunque habrá, quizás, nuevos ricos y nuevos pobres. Y no habremos aprendido nada porque es nuestra naturaleza tropezar con la misma piedra una y otra vez, hasta el fin de los tiempos.