A Antonio Díaz, un año después.
Has notado Señor, al jardinero
que tiene tu jardín tan bien cuidado?
Ayer, no más, estaba a nuestro lado
hoy es, de tus ángeles compañero.
Amigo del amigo. Verdadero
hermano a sus hermanos entregado.
Fue dar sin condición su gran pecado
y su mayor defecto, ser sincero.
El Cielo, con su marcha ganó un ángel.
Por eso, sin dudar, hoy te decimos
Señor, quienes de algún modo tuvimos
la ventura de haberle conocido,
Gracias por habernos permitido
tenerle tanto tiempo entre nosotros.
Cuando alguien se nos va, así, definitivamente, como tú te fuiste, para no volver, nuestro primer impulso es mirar al cielo y reclamar a Dios: ¿POR QUÉ TE LO LLEVASTE?, cuando más apropiado sería decir: GRACIAS, SEÑOR, POR TODO EL TIEMPO QUE LE PERMITISTE QUEDARSE ENTRE NOSOTROS.
Algunas almas puras tienen los días contados en el mundo de los mortales. Son ángeles con apariencia humana y, el privilegio de compartir con ellos, aún el más breve de los instantes, es un regalo que el Cielo nos da.
Un año después aún decimos: GRACIAS, SEÑOR, POR TODO EL TIEMPO QUE NOS PERMITISTE DISFRUTAR DE SU PRESENCIA!
José L. Dasilva N. / 2011
martes, 24 de mayo de 2011
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