Dios siempre ha estado ahí: donde y cuando lo he necesitado. En la forma de un amigo inesperado, en la forma de un desconocido que, sin mayor motivo me echa la mano; como si fuera casualidad, azar, coincidencia. No puedo recordar una sola vez en la que Dios me haya abandonado en circunstancias desesperadas. A veces, mi memoria es corta y, ante la urgencia, olvido todo lo vivido y todo lo pasado y, entonces, me desespero y en mi desesperación me siento perdido. De pronto, la luz como si fuera un relámpago, se hace alrededor de mi y todo se soluciona...
Quizás no se mostrará ante ti en el justo instante en que tú lo quieras, pero te lo aseguro: siempre aparecerá cuando lo necesites y nunca llega tarde!!!
jueves, 30 de noviembre de 2017
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