"Quien tenga algo que objetar acerca de lo que yo escribo, sólo piense y recuerde que: Lo que expongo, es mi experiencia y mi pensamiento; no puedo exponer ni su experiencia ni su pensamiento. Si mi experiencia fuese igual que su experiencia y mi pensamiento fuese igual que su pensamiento, entonces usted sería yo... y de ello, a ambos nos libre Dios."
(José L. Dasilva N., manifiesto personal, xxxx)
"El comunismo no priva a nadie del poder de apropiarse productos sociales; lo único que no admite es el poder de usurpar, por medio de esta apropiación, el trabajo ajeno."
(Marx y Engels, Manifiesto Comunista, 1848)

jueves, 16 de julio de 2020

... de una carta inconclusa escrita a trozos. Hoy un poco, otro poco mañana. Tendría que haber sido lo suficientemente larga para expresar un sentimiento y lo suficientemente corta para ser enviada por fax a larga distancia. Pero siempre queda algo por decir y se prolonga. Se deja y se vuelve a ella cuando el tiempo lo permite o cuando la necesidad de hablar es imperiosa. Una conversación que se vuelve monólogo sobre un papel con rostro y nombre. Al releer lo escrito encuentro que, entre lineas, florecieron estos versos. Imágenes del recuerdo. Gritos de la nostálgia. Ajenos a la conversación pero no ajenos al alma.
(Caracas, 1995)

A Ana Mary Dasilva

I

¡Qué vacío tan grande!
¡Qué gran vacío!
El calor, repentino,
se torna en frío
y en el río que fluye
hacia aquel mar de gente
se me van vuestros rostros
vuestra imagen se pierde...
Ya no se qué deseo:
si correr a alcanzaros
o cambiar la corriente...
si llorar en silencio
o, al tiempo, gritar:
¡No sigas! ¡Detente!
...el vacío es silente!
...el vacío es tan grande!
una lágrima cae...
el vacío se siente.
El tiempo envejece el cuerpo
y añeja los sentimientos...
¡Qué difícil se me hace
hoy decir un hasta luego!
¡Cada vez es más difícil...!

(Caracas, 20/02/1994)

II

Desde la cruz, en la cumbre,
va bajando el pensamiento
caminando entre gigantes
que, al compás del viento
corean su eterna melancolía:
secreto a voces
escondido en la fragancia
del eucalipto dormido
del pino reverdecido
en verde tierra de sueños.

Los sueños, a instantes,
pesan aún más que la propia vida
y el pensamiento descansa
mirando a la lejanía.

Allá, sestea la ría.
Aquí, la brisa interpreta
su ya añeja melodía.

¡gran espejo de agua mansa!

Ante tanta maravilla,
una lágrima se asoma.

¡Quien fuera un soplo de brisa!
para volar libremente
y acariciar el paisaje
que tanto, mi alma, añora

III

De los pies de una Cruz salí un día
para subir a las nubes y descender
a los pies del gigante dormido
que, en sueños, custodia
el valle en que vivo.

IV

Tiempo somos para el tiempo.
Tiempo hecho carne.
Tiempo hecho hueso.
Tiempo de tiempo que surge del tiempo
y en el tiempo muere.

V

Complacido de su obra
después de arduo trabajo
a descansar en un huerto
El Creador se retira.
Duerme, y en su sueño concibe
la imagen más hermosa
que soñar podía.

Al despertar cae en cuenta:
algo falta en el Divino
compendio de maravillas.

Toma un pincel en su mano.
Sin detenerse a pensar,
en el horizonte dibuja una ría
y pone punto final.

Sobre un pedazo de tierra que el mar no alcanza a cubrir
tal vez un punto olvidado por el pincel del autor
¿acaso el punto final?
a su antojo juega, el viento, con la vida y el amor.

Dos amantes vegetales
aislados en la ría
a merced del viento viven
para poderse abrazar...
tan juntos y tan distantes
que no se pueden tocar.
Cuando el viento sopla quedo
se intentan acariciar
y esperan las fuertes brisas
tal vez por poderse amar.

Dos amantes vegetales
sobre un islote en la ría
Dos seres sin importancia
contando distinta historia
a cada quien que los mira
sembrados en mi memoria
como la esencia, hecha imagen,
quizás de la vida misma
encerrando en su existencia
mi propia filosofía.

Dos amantes vegetales
sobre un islote en la ría
en esa tierra de sueños
que llevo dentro del alma
como el sueño de algún día.

En medio de turbulencias
cuando hace falta la calma
pienso en aquellos amantes
recuerdo Villagarcía.

VI

De la España de mi infancia
recuerdo un pequeño punto
en el extremo de un mapa
y un maestro diciendo:
"como podéis ver
por el noreste
limita con Francia".

Poco más recuerdo como no sea
la historia novelada
que leyera alguna vez
sobre un hombre y una hazaña:
el Cid Campeador
sobre un caballo Babieca
cabalgando por España

o la imagen de un lancero
un hidalgo caballero
atravesando molinos
por Castilla, con su lanza.

Recuerdo, sin embargo,
de la Galicia añorada,
las piedras que, tantas veces,
mi zapato pateara
caminando unos caminos
de tiempo y tierra mojada.

Recuerdo el pino en el monte
el olor del eucalipto
y el silvestre sabor
de aquella fruta morada;
el trigo sobre los campos,
el maizal espeso y la pequeña sandía
que, en su interior, se ocultaba.

De aquel rincón de Galicia,
recuerdos llevo en el alma:
una mujer que era un sol
un cielo abierto, un hada
y un hombre, como un farol,
erguido ante la montaña.

Ella era toda ternura:
todo el calor del estío
en su regazo albergaba;
toda mujer de aquel tiempo
y, por mujer de aquel tiempo,
nunca del todo apreciada:
la mujer del campesino
no tiene existencia propia:
vive la vida de todos
vive una vida prestada
esclavizada a la tierra,
sin quejarse, ¡resignada!.

El, campesino de aquel tiempo,
era dueño de su mundo;
tenía más libertad,
más largas eran sus alas:
el derecho indiscutible
que su misma sociedad,
al hombre, por ser hombre, daba.
Compañero del camino
de la chiquita de vino
de romería y parranda.

A su lado caminé
por las veredas de España
de la España conocida:
esa España reducida a un punto
sin dimensión en el mapa;
de la España de mi infancia:
un rincón de la Galicia.

VII

De tiempo en tiempo una sombra.
De tiempo en tiempo una luz.
Un sueño azul clavado en la frente
y, en la espalda, la carga de alguna cruz.

De tiempo en tiempo la sombra.
De tiempo en tiempo la luz.
Un sueño azul con alas de alondra.
Una esperanza clavada en la cruz.

VIII

...Y en sueños trocose
un día cualquiera
su largo camino
su vida primera
cuando en un suspiro
con paso cansino
pensando ir al cielo
regresó a la tierra.

IX

Demasiado tiempo para pensar
Muy poco espacio para sentir

Demasiado tiempo para soñar.
Muy poco espacio para vivir.

X

Cuánta tristeza!
Cuánta soledad!

Vuelvo a evocar, en la calma
del espejo azul que es la ría:
una historia inconclusa
una lenta agonía
un recuerdo a lo lejos
un 'tal vez algún día'.

(Agosto, 30 de 1995)

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